Productores de Puerto Ibáñez y Chile Chico realizaron el lanzamiento en Santiago de vinos Chardonnay y Pinot Noir, iniciativa que partió en 2016 estudiando las posibilidades vitivinícolas en las zonas con microclimas de la región austral.
La ampliación de las fronteras de la viticultura chilena hacia zonas más australes ya es una realidad. Esto se debe a los efectos del cambio climático y que, favorablemente, han sido una oportunidad para el sector productivo de diferenciación y diversificación, con el desarrollo de vinos en la Región de Aysén con gran potencial comercial.
Es por esto que se realizó el lanzamiento y degustación de las cepas Chardonnay y Pinot Noir de las viñas “Don Renato” de Puerto Ibáñez y “Allá Lejos” de Chile Chico en Santiago, desarrollo agropecuario que inició en 2016 con el estudio de las posibilidades vitivinícolas en zonas con microclimas de la región en cuestión, con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA).
Iris Lobos, directora Nacional de INIA, señaló que “este es el vino más austral del mundo y representa una relación virtuosa entre la identidad territorial de la Región de Aysén y el trabajo de investigación científica y tecnológica”.
Además, aseguró que “este proyecto reafirma la importancia de la colaboración público-privada para la agregación de valor y la diversificación productiva del sector agropecuario nacional”.
Esta experiencia vitivinícola es la primera de carácter público en esa zona y la primera producción “in situ”, siendo una gran oportunidad para diversificar la oferta frutícola en la región y generar una oportunidad de negocios para empresas y emprendedores locales.
El proyecto materializa el trabajo colaborativo de “innovación productiva y comercial que busca el establecimiento de estas dos viñas de la Patagonia Chilena. Podemos destacar también la transferencia que se realizó a los agricultores de la región de Aysén, lo que ayuda a contribuir a la diversificación en productos de este territorio”, señaló la ejecutiva de innovación y experta en vitivinicultura de FIA, Loreto Burgos.
Los vinos catados, en promedio, alcanzaron sobre los 13° de alcohol, buen color y atributos sensoriales únicos, con gran potencial comercial, según los expertos asistentes. Esta primera cosecha arrojó unas 500 botellas y se espera con la temporada 2022-2023 alcanzar un número de producción cercano a las mil botellas, para llegar al mercado del vino a mediados de 2024.
POTENCIAL VITIVINÍCOLA
El estudio del potencial vitivinícola de la Región de Aysén comenzó en la ciudad de Chile Chico en 2016, con un registro de parámetros vegetativos y productivos de dos variedades de vid (blanca y tinta), con el objeto de determinar su aptitud enológica. Esto concluyó que era factible obtener la azúcar necesaria para lograr una adecuada fermentación y, por ende, obtener un vino de buena calidad para lograr su posicionamiento en el mercado y un buen precio.
En 2019 comenzó la ejecución del proyecto financiado por FIA y ejecutado por el centro regional INIA Tamel Aike “Vitivinicultura de interés enoturístico en la patagonia Occidental de la Región de Aysén”, que investigó la posibilidad de desarrollar un paquete tecnológico de producción de vides viníferas en Chile Chico y Puerto Ibáñez.
Según el investigador que lidera el proyecto, Diego Arribillaga, “este nuevo programa permitió diversificar la oferta productiva al incorporar una nueva alternativa frutícola para la Provincia General Carrera y su microclima. Para ello se contempló el establecimiento de dos viñedos con las variedades Pinot noit y Chardonnay”.
En cuanto al desarrollo agropecuario, en cada viñedo se instaló un sistema de riego por goteo, control de heladas por aspersión, protección para el viento, sistema de espaldera y malla de cobertura total para evitar el daño por aves. Y en cada unidad se evaluó el establecimiento, crecimiento, fisiología, fenología; uso eficiente del agua; identificación y control de plagas y enfermedades; manejo de follaje y capacitación a los asociados.
“Cuando la producción de fruta fue la adecuada, se realizaron análisis de calidad de bayas, mosto y vino, para identificar posibles oportunidades de desarrollo para futuros emprendedores. En sí, el programa contempló validar un paquete tecnológico que permitió a los productores disponer de toda la información necesaria para establecer las variedades de mayor potencial vitivinícola en las localidades”, agregó el especialista de INIA.
El lanzamiento de las variedades en Santiago es el último hito del proyecto en ejecución. Por ello, los objetivos a mediano plazo es levantar el financiamiento para avanzar en el desarrollo vitivinícola orgánico en la región. (Fuente: ElMostrador.cl - Por: Revista Jengibre).