Las uvas no se enteran de pandemias ni cuarentenas y en los viñedos de nuestra región nos prometen vinos de gran calidad.
Desde fines de abril y hasta mediados de mayo, los viñedos de Trevelin realizaron sus vendimias y comenzaron a elaborar los vinos que en algunos meses estarán, de nuevo, recorriendo el mundo.
En estas últimas semanas, realizaron sus vendimias las bodegas Casa Yagüe, Contra Corriente y Viñas del Nant y Fall, tres grandes exponentes de un sector que sigue creciendo a una velocidad notoria, en una de las regiones más jóvenes en el universo del vino argentino.
La de este año no fue una cosecha común, porque en tiempos de coronavirus lo cotidiano se volvió raro. Pero las uvas no saben de pandemias y reclaman atención en ese momento que, como dice Sergio Rodríguez, fundador de Viñas del Nant y Fall, es una bisagra. “La vendimia –señala Rodríguez- es para nosotros la renovación de un contrato que uno tiene con un modo de vivir la vida. Cuando cortás un racimo, están presentes el valor del trabajo; del trabajo en familia, el valor de pensar más allá de la inmediatez.”
Sin dudas, la vida en el viñedo es para quienes tienen grandes horizontes.
COSECHANDO EN TIEMPOS DEL COVID-19
Las medidas tendientes a contener el contagio de coronavirus hicieron que todas las bodegas debieran adoptar protocolos especiales. Desde Contra Corriente, ubicada a pocos metros del Rio Percy, muy cerca del centro de Trevelin, explicaron que se hizo llegar una copia del procedimiento a cada colaborador, se utilizaron guantes y barbijos y se respetaron las distancias estipuladas. Aún cuando en Trevelin no se registraron casos de personas con coronavirus, las precauciones y los cuidados se extremaron.
Sin embargo, contó Rance Rathie, propietario de la bodega, “lo más desafiante para la producción de uvas en esta región sigue siendo el clima extremo, los vientos fuertes y las heladas, que este año comenzaron en marzo. A veces es frustrante pero son esos mismos factores los que generan la autenticidad y el perfil tan interesante de nuestros vinos”. Vinos que pescadores de todo el mundo prueban en el lodge de pesca del propio Rathie y que se llevan de vuelta a sus hogares, en Estados Unidos principalmente.
Algo similar ocurrió en Casa Yagüe, ubicada junto a la Ruta 259 a 22 kilómetros de Trevelin y a solo 12 de la frontera con Chile, donde la cosecha se realizó solo con el equipo permanente de la bodega y la familia de propietarios. Patricia Ferrari, co fundadora de la bodega junto a Marcelo Yagüe, explicó que trabajar con un equipo reducido generó que la vendimia debiera hacerse más despacio y en etapas, aprovechando la ventana de buen clima, y que en cierta manera esto resultó bien para administrar todo el proceso. “De todos modos – contó – extrañamos a los amigos que siempre nos acompañan y debieron cancelar sus viajes. Para nosotros la vendimia es una fiesta, es la culminación de todo un año de mucho esfuerzo en el cuidado de las plantas cuyo resultado estará luego dentro de cada botella.”
En bodegas que también han desarrollado el turismo enológico y que están acostumbradas a recibir visitantes todo el año, transitar la vendimia en soledad, sin dudas, resultó algo diferente.
“Para nosotros – destacó Juan Manuel Peralta, secretario de Turismo de Trevelin – el otoño es imperdible. No solo por la belleza de los bosques con sus colores, o porque la pesca deportiva suele estar en un momento para disfrutar, sino también porque la vendimia se ha transformado en una ocasión excelente para visitarnos. Este año pude compartir este trabajo con los bodegueros y nuestro deseo es que las cosechas venideras los turistas las puedan compartir con nosotros.”
LARGOS DIAS DE TRABAJO
Los días de vendimia son largos. Se comienza temprano por la mañana, alrededor de las nueve, cuando ya amaneció, y el trabajo no se termina hasta entrada la noche. Una vez que las uvas llegan a la bodega, es tiempo de comenzar el momento de la verdad: la elaboración.
“Al final del día, aprovechando que la temperatura baja procesamos los vinos en la bodega” – explica Emanuel Rodríguez, responsable del viñedo y de la elaboración en esta empresa familiar que es Viñas del Nant y Fall, en donde aportan su trabajo tres generaciones: Emanuel, su padre Sergio y sus abuelos que con más de 75 años son parte del equipo.
“Para elaborar los vinos tintos, durante el día podemos llegar a cosechar casi 5 mil kilos de uvas pinot noir –añadió Emanuel – y procesamos durante la noche, cuando la temperatura baja de los 10 °. Luego de macerar las uvas entre 48 y 72 horas a bajas temperaturas, podemos comenzar la fermentación”.
Esos pinots son los que después es posible encontrar en restaurantes como el del Hotel Llao Llao en Bariloche o Tegui en Buenos Aires, al lado de otras grandes etiquetas de bodegas con muchos más años recorridos.
“Para nosotros –concluyó Emanuel Rodríguez – esto es un modo de demsotrar que con mucho esfuerzo todo se puede, que no hay límites. Cosechar es la mejor forma de demostrar que sí se podía hacer esto, grandes vinos en una región sin historia”.
Esa misma tenacidad y pasión por ampliar las fronteras del vino se viven en Casa Yagüe, que se convirtió en la primera bodega de Chubut en realizar exportaciones de sus vinos, que partieron con destino a Europa.
En este 2020 las uvas de Casa Yagüe alcanzaron un muy buen desarrollo. En los primeros días de mayo, se cosecharon la parcela 1 de Chardonnay y Sauvignon Blanc, plantada en 2014; y luego la parcela 2 de Sauvingon Blanc y Semillón, plantada en 2017.
“En la segunda quincena de mayo – cuenta Patricia Ferrari – y con mucha emoción estuvimos cosechando por primera vez el Cabernet Franc de la parcela 2, de 2017, que lentamente llegó a su maduración y que será también el Cabernet Franc más austral del mundo”.
El volumen es aún muy reducido, pero es fundamental para experimentar con esta cepa, ver los resultados del trabajo en el viñedo y poder planificar el futuro, mirando ya a la próxima cosecha y, aún más allá, a la del 2022 cuando entren en producción las plantas de Pinot Noir y Cabernet Franc plantadas en 2019.
Una vez cosechadas, comienza la elaboración, que tiene tanto de arte como de trabajo técnico, riguroso. “En el viñedo – cuenta Marcelo Yagüe – se hace un manejo individual con cada planta y luego se realizan distintas microvinificaciones en función de los sectores de cada parcela, siguiendo la evolución y maduración de las uvas. Esto genera distintas fermentaciones, para luego obtener vinos de mayor complejidad”.
Nada sencillo en la Patagonia, porque si hay algo que conecta a todas las bodegas es que hacer vino en esta región es, sin dudas, un desafío. Así lo expresa Patricia desde Casa Yagüe: “Las viñas soportan un clima riguroso y dan menores rindes que en zonas más cálidas, por lo que producir es de por sí más costoso. Los insumos vienen desde puntos alejados y luego tienen que sortear las mismas dificultades logísticas para llegar hasta los consumidores que saben apreciarlos. Todo este esfuerzo, el que realizan las plantas y las personas para entregar productos de alta calidad se percibe al beber un vino de Trevelin”.
“Todo los trabajos –continúa- en la viña primero y después en la elaboración, se hacen de un año para el otro, la viña te enseña a ser paciente y perseverante”.
Nadie más autorizado para dar fe de ello que los y las bodegueras de Trevelin, que en muy pocos años han logrado vinos de enorme calidad, a pesar del viento, de las heladas y de que, como le ocurre siempre a los pioneros, nadie les dejó el camino marcado, lo crean a cada paso. (Fuente: Prensa Turismo Trevelin).