El actual director general de Expolagos, cuestiona en esta columna las responsabilidades del estado durante la pandemia y la supuesta falta de liquidez de las grandes compañías tras años de ganancias.
Sin duda la aviación comercial y el turismo han sido los rubros más golpeados por este convidado de piedra. Que, si bien era esperado tras su aparición en China y en Europa, aquí en tierras sudamericanas nunca dimensionamos su magnitud. Tan así fue que un ministro de Salud osó en su momento decir que “el virus está muy lejos”.
Actitudes de políticos aparte, ya que sobre ello podríamos escribir 10 tomos tamaño Biblia, esta pandemia muestra lo mejor y lo peor de la sociedad.
Cada uno busca salvarse como puede y los empresarios buscan desesperadamente un responsable, llamando al Estado para que se haga cargo de su empresa, pagando su nómina, su alquiler o sus cuentas. La pregunta que salta es si esto corresponde. ¿El Estado tiene alguna responsabilidad en las consecuencias de esta pandemia? Creo que no.
La función del Estado es preparar al país para la atención de los afectados, diseñar políticas sanitarias –sin desatender la política económica producto de la coyuntura– y efectivamente dar apoyo a quien más lo necesita de forma vital, pero no a una empresa, más bien a ninguna. No es su papel, a pesar de que en algunas naciones practican el estado-empresa, dando como resultado grandes aguantaderos de rentados favores políticos.
¿De dónde salen los recursos del Estado? De los tributos que pagamos la inmensa mayoría de los privados. Es decir, el dinero que maneja el Estado es de los contribuyentes. Y eso lo exime, o al menos así debería ser, de actitudes discrecionales.
Un Estado que ha tenido equilibrio fiscal, cuentas ordenadas y baja tasa de corrupción tiene reservas (ejemplo son Chile, Uruguay y en algo Paraguay), los que justamente para estos casos de catástrofe económica disponen de un colchón. Pero a países desordenados, corruptos con porcentajes insostenibles de crecimiento del aparato estatal (prácticamente el resto de los países en Latinoamérica) se les hará más pesada la carga.
Un Estado no puede asumir el salvataje de ninguna empresa, rubro o gremio. No es posible. Pedir o esperar eso es no entender las prioridades y verdaderos deberes que debe cumplir.
Tanto el turismo como la aviación vienen de una excelente temporada de verano austral. Cuesta creer que no puedan aguantar tres meses sosteniendo su estructura.
Sí creo que el Estado debe flexibilizar al máximo el pago de tributos al menos hasta fin de año. Los bancos, como lo han hecho en Chile, aplazar plazos pagos de crédito o llevarlos a tasas del 0%. El gobierno debe trazar un calendario de adecuación para la llamada “nueva normalidad” y permitir que las empresas de aviación comercial comiencen su operación y movimiento comercial.
El Covid-19 no se eliminará con un paro total de actividades económicas en un país, porque igualmente habrá contagiados y muertos. Ya que, si no mueren a causa del virus, lo harán por la miseria, el hambre o la depresión. (Fuente: Ladevi Chile).