En todo el mundo se ha discutido y debatido mucho sobre lo que será o debería ser el "Turismo post-COVID-19". Cada día surgen nuevos escenarios. Igual que la agricultura, la pesca, la producción de energía y muchos otros sectores económicos, el turismo ha evolucionado normalmente bajo una serie de paradigmas diferentes, basados en cosmovisiones distintas que a menudo entran en conflicto.
Como destino turístico periférico, Aysén se ha desarrollado con poca presencia de las formas masivas de turismo, simplemente porque hasta ahora el retorno de la inversión no ha producido ganancias suficientemente atractivas para las empresas multinacionales, que se instalan donde pueden lograr los más altos niveles de rentabilidad. Sin embargo, en los últimos años se ha observado una mayor presencia de nuevas empresas e inversionistas en la Región de Aysén, atraídas por el crecimiento del turismo y el desarrollo de bienes raíces asociado, reflejado en segundas viviendas o inmuebles vacacionales. Esto responde a la convergencia de algunas tendencias observadas a nivel global, como la congestión y la contaminación inherente a los procesos de urbanización, y la creciente escasez de agua y otros recursos, como el aire puro y el bosque nativo, que dan lugar a una reconsideración y valoración de los espacios menos intervenidos y explotados, capaces de proporcionar una mejor calidad de vida. Sin duda, la Patagonia, y especialmente la Región de Aysén, ofrecen entornos de este tipo.
Además, en el caso particular de nuestra Región, se está mejorando su conectividad interna y externa, con una apertura también hacia el extranjero, lo cual favorecerá una llegada de turistas más frecuente y directa. En un futuro próximo, post-COVID-19, es probable que los destinos masivos tradicionales, como Venecia y las playas de Brasil, con su aglomeración y sobreexplotación, no tengan la misma relevancia para los viajeros. Por el contrario, nuestra naturaleza, condiciones prístinas y áreas protegidas, presentarán un creciente interés por parte de los turistas. Por lo tanto, estos territorios requieren protección, una buena planificación y una gestión adaptativa.
Recuerden que el turismo representa aproximadamente el 10% de la economía mundial, y un porcentaje mucho más alto si se consideran los ingresos indirectos que genera. A medida que el turismo decae por la situación sanitaria provocada por el COVID-19, también decaen sus servicios asociados. Aerolíneas, empresas de automóviles, compañías de energía, productores de alimentos, hoteles, resorts, cruceros, sistemas de estacionamiento, parques temáticos, países enteros basados en el turismo como Costa Rica... todos estos entes presionarán para que el turismo reanude su trayectoria lo antes posible. Hasta que eso suceda, es probable que muchas pequeñas empresas tengan que cerrar, debido a que no pueden hacer frente a las alteraciones ocasionadas por el COVID-19. Esto afectará también a algunas empresas grandes, mientras que otras conseguirán permanecer gracias a una mejor preparación ante cambios drásticos. Así, se podría generar un escenario caracterizado por un fortalecimiento de las empresas grandes mejor preparadas frente a las pocas empresas pequeñas que queden. Probablemente se producirá una rotación acelerada de los recursos turísticos (propiedades, equipos, etc.), y en muchos destinos, las empresas más grandes, que pueden absorber mejor los costos adicionales asociados con los protocolos sanitarios y espaciales posteriores al COVID-19, seguramente tomarán el mando.
Esto no significa que TODOS los destinos se conviertan en destinos masivos; ni tampoco significa que el contenido turístico basado en las características del lugar pierda relevancia. Por el contrario, es probable que las propuestas basadas en el lugar, relacionadas con la ciencia, la cultura y la naturaleza, aumenten en importancia para muchos segmentos de consumidores. Por otra parte, la narración de historias que estimulen los sentidos y las experiencias virtuales, cobrarán una importancia muy considerable. Los destinos que sean capaces de conectarse con plataformas virtuales y ofrecer un contenido experimental innovador, probablemente ganarán tanto en el mundo electrónico como en el terreno. La creación de relaciones online llevará a un mayor apego por el lugar y a una mayor motivación por experimentar esos espacios, tanto en persona como virtualmente.
De este modo, algunos destinos basarán su posicionamiento y evolución en la singularidad de su entorno, al igual que ha hecho la Región de Aysén. Si llevan a cabo una planificación real, una elaboración coherente de políticas y una programación eficaz que demuestre que son capaces de unir al sector turístico en torno a visiones y objetivos comunes, encontrarán el éxito. Es importante señalar que el Gobierno Regional de Aysén está trabajando actualmente para publicar la nueva estrategia regional de turismo. De hecho, la fase de participación pública está llegando a su fin en estas fechas, la cual ha incluido durante los últimos dos meses entrevistas con varios actores regionales y encuestas telefónicas con representantes del sector. Dado el escenario provocado por el COVID-19, no hay duda de que la estrategia contendrá opiniones interesantes que consideren este tipo de contingencias.
Teniendo en cuenta que la situación sanitaria todavía no está del todo resuelta, tal vez sería conveniente extender el plazo para el desarrollo de la estrategia regional de turismo. Esto permitiría obtener más información y una asesoría más depurada de investigadores y expertos que trabajan en planificación, enriqueciendo el debate sobre la materia (por ejemplo, como se ha hecho en Nueva Zelandia). En el peor de los casos, los acontecimientos recientes han mostrado la necesidad de tener mejores protocolos sobre la seguridad de las prácticas turísticas y la resiliencia de los destinos. Existe una ENORME posibilidad de que el turismo emerja después del COVID-19 a través de la innovación y la transformación. Debemos tomar esto como una oportunidad para evolucionar y aprovechar el gran potencial del turismo para contribuir significativamente a abordar muchas de las importantes necesidades de la sociedad, que se han hecho evidentes durante esta pandemia, como las desigualdades de riqueza y bienestar en todo el mundo y el desarrollo de relaciones sostenibles entre el centro y la periferia.
Por Dra. Trace Gale, Investigadora Residente, Turismo Sustentable - CIEP