Hemos expresado en distintas oportunidades que el turismo es una actividad que tiene innumerables variables y entre ellas nos hemos referido al aprovechamiento de los paisajes vitivinícolas.
En los países, ciudades y regiones existen rutas de distinto tipo, que son difundidas en los medios de comunicación, en las redes sociales y en las plataformas informativas de internet.
Pero particularmente quienes realizan una planificada publicidad de las mismas son los operadores turísticos y los organismos oficiales del sector, procurando que se conozcan los atractivos que se ofrecen a los visitantes.
Como una ruta turística se define al camino o recorrido que se destaca por sus atractivos para el desarrollo del turismo.
La misma pueden ser por sus características naturales o bien por permitir el acceso a un patrimonio cultural o histórico relevante. Esas denominadas rutas turísticas se definen generalmente por la existencia de castillos, playas, restaurantes; por ser religiosas, de bodegas y vinos, entre muchas más.
A las vinculadas en esta última definición se les otorga la denominación de “enoturismo”, por comprender las formas de vivir y sentir el vino.
En los países en que se explota esta llamada ruta, se las ha organizado para su comercialización como paquete turístico, coordinándose las visitas a las bodegas, a sus museos, en los que se puede observar cómo se producía el producto antiguamente; incorporándoles restaurantes y a su vez un sector especial para atender a los visitantes y ofrecerles en venta los vinos y champagne que producen.
Incluso en algunos sitios, como en Zaragoza, España –donde se difunde y comercializa la “ruta del vino”–, se ha establecido un itinerario para los turistas utilizando un denominado “bus del vino”, mediante el cual se visitan las bodegas de esa región.
Pero hay otros aspectos interesantes, como ser el enoturismo en Aragón, también en la península ibérica, donde esas visitas se pueden realizar a caballo, en globo o en bicicleta. Es decir, diferentes modalidades de visita a los viñedos, que comprenden también el cuidado de la piel de los visitantes, a quienes se les ofrece en venta cremas cuyo ingrediente principal es el vino.
Y también dentro de esa programación está la degustación de exquisitos platos en los restaurantes de las bodegas, lógicamente que con el acompañamiento de un buen vino.
Se trata de una experiencia que se complementa con la visita de una ruta que combina el vino, museos, gastronomía, bodegas y el desarrollo de una realidad socioeconómica.
La importancia de esta actividad la ha definido la Organización Mundial del Turismo que en septiembre de 2016 realizó la primera Conferencia Mundial sobre Enoturismo, en Georgia.
Tuvo lugar en la región de Kakheti, donde la gastronomía y el vino se han convertido en componentes clave para experimentar la cultura y el estilo de vida de todo destino.
El objetivo fue desarrollar un producto turístico de impacto e integración en el patrimonio cultural, artístico, económico, social y medioambiental en las bodegas vitivinícolas.
En octubre de 2017 se llevó a cabo la segunda Conferencia Global en Turismo Enológico, en Mendoza, conocida como el corazón de la vitivinicultura argentina, que representa el setenta por ciento de la producción nacional del vino y alrededor del ochenta y cinco por ciento de las ventas de vino en botella.
Ese encuentro permitió la participación de seiscientas cuarenta personas, de veintitrés países, actores públicos y privados de los sectores del turismo y la vinicultura.
Al mismo concurrieron entidades internacionales e intergubernamentales, organismos de gestión de destinos, operadores de viajes, expertos, enólogos y medios de comunicación.
Debido a que nos encontramos en el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, se puntualizó la relación entre sostenibilidad y turismo enológico, subrayándose el valioso rol del turismo enológico en el desarrollo sostenible del turismo en los destinos.
El secretario general de la OMT, Taleb Rifai, en el marco del mencionado encuentro destacó que “el turismo enológico ayuda a enriquecer la oferta turística y atrae a públicos diversos”.
También manifestó que la OMT “intenta promover el intercambio y facilitar la cooperación entre destinos con un potencial en este campo”.
Presentándose como un desafío en aquellos lugares del mundo donde hay viñedos y bodegas. (Fuente: Diario el Río Negro - Por Andrea Isabel Marín y Julio Isidro Pérez, licenciada y experto en Turismo).