El Ministerio de Trabajo deberá abrir o no el proceso que pidió la compañía para negociar con sus empleados; los sindicatos y los empresarios miran el caso que podría marcar un antecedenteEl Ministerio de Trabajo deberá abrir o no el proceso que pidió la compañía para negociar con sus empleados; los sindicatos y los empresarios miran el caso que podría marcar un antecedente.
Por unos días, en la avenida Leandro N. Alem y su continuación, Paseo Colón, se definirá lo que pase con Latam Argentina y el destino de buena parte del futuro aerocomercial del país. Será el corredor que el mundo empresario y sindical mirará con dedicada atención.
A la altura de Alem y Viamonte está el Ministerio de Trabajo. El dueño de casa, Claudio Moroni, deberá decidir si abre el proceso preventivo de crisis (PPC), el vehículo que eligió la línea aérea para sentarse con los gremios a negociar los términos de la salida y los alcances de las indemnizaciones.
Pero claro, no parece posible que Moroni tome esa decisión sin consultar unas cuadras más adelante, justo cuando Leandro Alem cambia de nombre y se convierte en Paseo Colón. Ahí está la Casa Rosada, que si bien hasta ahora no se ha involucrado en el tema con declaraciones o acciones concretas, deberá decidir qué hacer con ese pedido.
El punto es que no se trata de una mera resolución que afecta a una empresa, sino que el camino elegido por Latam podría convertirse, si el ministerio le abre el PPC, en el camino a desandar por otras empresas que, afectadas por la pandemia, decidan soluciones similares.
La empresa aérea se ha convertido en una suerte de hoja de ruta empresarial. Moroni es el que tiene que autorizar que el camino pase por la mesa del ministerio para sentar a la empresa y a los gremios, o si, por el contrario, manda las cosas a la negociación individual y la controversia judicial. Pero lo cierto es que los empresarios de muchos sectores, afectados por el desplome económico, miran si los trazos que esboza la compañía que comanda Rosario Algelt serán transitables o no en un tiempo no tan lejano.
Una cuadra más allá de la Casa Rosada mora el Ministerio de Transporte, que conduce el exintendente de Junín Mario Meoni. Nadie se queja de los modos del funcionario. Amable y cordial, rescatan que hasta ofrece café. Pero más allá de salir bien convidado, son pocas las soluciones para un ministro que tiene el sector aerocomercial en su organigrama, pero que no lo maneja. Los hilos de ese mundo los tiene La Cámpora. Todavía el expresidente de Aerolíneas Argentinas Mariano Recalde tiene voz y voto sobre las normas que regulan todo lo que vuele.
Meoni se había hecho un pequeño machete de los problemas que afectan la actividad. Lo confeccionó de urgencia después de que durante más de dos meses no levantó el teléfono para atender a los ejecutivos de las aerolíneas, al menos de las privadas. Esos datos que le apuntaron los usó para sus declaraciones públicas.
El viernes se reunió con la CEO de Latam. Algelt le dijo que la decisión de dejar el país estaba tomada y que excedía a la conducción local. Las corporaciones no son demasiado espasmódicas.
Se quedó con algunos temas, pero todo parece indicar que solo una decisión al más alto nivel bilateral podría determinar la reversión. No parece posible, menos aun en momentos en los que la relación entre los presidentes de la Argentina y de Chile no es la más fraterna.
Finalmente, si se continúa por la avenida Paseo Colón, a la altura de la Faculta de Ingeniería, está el Monumento al Trabajo. A una cuadra está la CGT. Ese es el otro epicentro de interés en el tema.
Los gremios defienden dos instrumentos con los que han logrado repeler gran parte de los despidos: la doble indemnización y la prohibición de despedir empleados, vigente al menos hasta fines de julio, han resultado un cepo laboral. Efectivo, ya que se sumaron los acuerdos no remunerativos y las asignaciones llamadas ATP para ayudar al pago de los sueldos. Este combo bajó el costo laboral y ha mostrado que funcionó para evitar despidos.
El punto, en este caso, es que se trata de una empresa que cierra. Y que por ahora no ha tomado ninguna tangente para esquivar el pago. Muchas veces, las compañías acuden al concurso preventivo como remedio y posteriormente a la quiebra. Pero no ha sido el camino elegido por Latam, al menos por ahora.
La cuestión tiene otra particularidad que se mira con atención. Latam tiene sindicatos de empresa, pero estos no tienen personería gremial. Los históricos gremios aeronáuticos que son mayoritarios en Aerolíneas Argentinas son poco representativos en su principal competidora.
"Los trabajadores de Lan Argentina tenemos una férrea voluntad de que la empresa continúe operando en la Argentina", dice un comunicado de Ustara, el gremio de la compañía, y dice que no es sano que no haya competencia en el mercado. Palabras atinadas que, quizá, merecían ser dichas antes de que ocurra el despegue. (Fuente: La Nación - Por Diego Cabot).