El mundo del turismo volverá a cero, como cada aspecto social del funcionamiento de nuestra sociedad. Es de esperarse que así sea de todas maneras ya que no sería lógico no aprender de los errores que se venían cometiendo y que nos llevaron a esta situación.
Y no es que culpemos al turismo, a los viajeros, a quienes se mueven por el mundo, de esto. Existía un escenario que lo permitía, con una permisividad inocente. Involuntaria. Hoy cuando aún no salimos de esta situación y no tenemos un panorama claro de cuándo será en cada lugar, sabemos sí, que ya que nada será igual.
Tuvimos extremos controles en épocas altas del terrorismo y hoy estas barreras se intensificarán pero para detectar a un enemigo mucho más sutil. No hay que ser un erudito para darse cuenta que esto será un gran desafío y que las medidas a tomar aún no han cobrado forma, no se puede hablar de la post guerra cuando aún las batallas se están librando en todos los campos posibles y en todo el mundo.
Pero si hay algo que debemos pensar y trabajar en ello. El día Después.
Porque ese día llegará, con los soldados diezmados y con cada campo de batalla en pésimas condiciones. Pero tendremos que salir adelante. Y para eso, hoy debemos imaginar caminos, atajos, estrategias. Este escrito apunta a eso. Somos conscientes que muchos soldados caerán pero los que estemos de pie debemos ser protagonistas del renacer del turismo. Del nuevo turismo.
Y analicemos esos posibles futuros.
Sin dudas que por mucho tiempo, el turismo "internacional" no existirá. Nadie viajará de un país a otro. Por lo tanto las estrategias de selección de polos emisores de turistas se reducirá a los movimientos internos.
Turismo Nacional con un ritmo lento, Regional con un carácter más austero y familiar. Y es aquí donde hay que enfocar el trabajo a realizar.
Tanto Argentina como Chile, tienen una geografía extensa que hace que los posibles turistas, se vean ante la disyuntiva de subirse o nó a los aviones, de tomar por rutas interminables que los obliguen a detenerse en lugares que, ahora, se verán como desafiantes en el mejor de los casos.
El turismo nacional no será por esto, el fuerte de ambos países como lo fueron hasta antes de la muerte del que ahora podemos llamar: el viejo turismo.
Porque el turismo murió.
En su forma y esencia de cómo lo conocíamos. Murió.
Eso les tiene que quedar en claro a todos. Pero sí sabemos que tras una muerte, se abre un nuevo ciclo.
Hoy este renacer se alimentará sin dudas, por el turismo interno de cada región. Y acá es donde ambos países tendrán que trabajar duro para, primero, ir de a poco eliminando los miedos, dejando de lado ese aislamiento que nos va a perseguir por muchos meses más allá del fin de las cuarentenas.
Pero hay otro factor que será vital para entender cuáles serán los caminos a seguir: Las economías.
Reitero una frase: "Que esta pandemia nos deje enseñanzas. Que nadie crea que el fin de la misma será una señal para volver a empezar donde dejamos.
Porque no importa cuánto dinero se inyecte en promoción, en estrategias para potenciar destinos. Nada será eficaz sino se combate y se derrota al miedo a viajar. Y acá es donde la inteligencia debe primar. Las economías casi destruidas nos obligarán a ser inteligentes y empezar por lo más accesible. Paso a paso. Hoy más que nunca Patagonia debe enfocarse en sí misma. En ambos países y entre ambos países.
Ya sin los condicionamientos económicos, como el cambio favorable para uno u otro como eje, el precio del dólar, los costos de vida -ambos vamos a estar en déficit claramente-, hay que volver a mirarnos como los salvadores mutuos.
Porque después de una guerra, con la tierra arrasada, los sobrevivientes se ayudan mutuamente. Sin importar nada de lo que antes sucedía en sus vidas cotidianas.
Patagonia tiene que crecer rápidamente como ese único producto que todos soñamos y pregonamos, por el que muchos trabajamos pero que anteriormente también, permitía que hubiera quienes creían en la salvación individual.
Ya no importará quien atrae más al nacional o al extranjero: estos no van a venir pronto.
Vamos a tener una oportunidad única de finalmente ver crecer un producto que a su tiempo, será el más grande polo de atracción mundial: Patagonia.
Solo debemos tomar conciencia. Hacer el duelo y volver a empezar. De cero. Con una nueva línea de pensamiento. Solo así evitaremos que la historia se vuelva a repetir. Hoy estamos aprendiendo una gran lección. No cerremos los ojos. No nos rindamos. Porque al final de esta batalla que parece dura, con economías individuales en jaque, con la incertidumbre de saber si estaremos en pie al fin de la misma, vamos a tener en las manos nuevas herramientas. Y solo con humildad y sapiencia, sabremos cómo usarlas.
Hugo Hernández (Patagonia Azul)