Nadie sabe cómo será la reapertura de los museos cuando pase la crisis sanitaria del Covid-19, pero todos coinciden en que nada será como antes. En el futuro vaticinado por los responsables de estas instituciones no hay “taquillazos”. No habrá lugar para salas abarrotadas como la de El Bosco, en el Prado, Dalí, en el Reina Sofía, o Leonardo, en el Louvre. “En el mundo post-Covid los museos dejarán de ser objetivo del turismo masivo y los indicadores de éxito serán menos cuantitativos y más cualitativos”, apunta Ana Botella, dedicada a la investigación sanitaria en la Wellcome Trust del Reino Unido, que propone cerrar los museos al menos tres meses y reactivar de manera gradual.
La vuelta no va a ser fácil. Los hábitos de higiene han alterado las pautas sociales y disparado el miedo. “Es una crisis de salud, pero también una crisis existencial que va a provocar cambios fundamentales en nuestro estilo de vida. No tiene sentido seguir con las mismas prácticas museológicas (en las exposiciones, los programas públicos o la educación). Debemos replantearlo todo. No dejo de preguntarme cómo reabrir y contribuir de manera relevante a las necesidades sociales”, añade Botella.
Las alteraciones socioeconómicas van a transformar las condiciones materiales que han sustentado un modelo internacional colapsado. Será difícil volver a atraer público al museo: “Llevará un tiempo convencerlo de que acepte encerrarse durante dos horas en un espacio junto a gran número de gente”, sostiene María López-Fanjul, conservadora de los Museos Nacionales de Berlín.
Para el día de la reapertura pide endurecer las exigencias sanitarias ante el contacto entre el público y el personal, y un aforo limitado (por higiene y por tranquilidad). “Seguramente estemos viviendo el fin de la tiranía de los récords de números de visitantes, a favor de una experiencia museística centrada en el bienestar del público”, cuenta la especialista.
Museos sin turistas
Es un cambio real, que obliga a reconsiderar las prioridades hacia el desarrollo de la comunicación virtual y de lo local. María López-Fanjul espera que se refuerce la idea de que la cultura no es ocio y los museos “lugares de esperanza, cuyas obras de arte cuentan infinitas historias de superación y supervivencia”. Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, adelanta que habrá que esforzarse en “explicar una vez más por qué el arte es tan relevante y necesario para la sociedad, como terapia o tan solo para tratar de entender el mundo y sus crisis. Este debe ser el centro de la reflexión”, incide.
Zugaza cree que “los museos turísticos se resentirán sin duda a corto plazo, pero seguramente les ayudará a reencontrarse con su alma más pura, alejada de los intereses mercantiles y materiales”.
La dirección del Museo del Prado explica que el 60% de sus visitantes son turistas internacionales y reconocen que es un colectivo que se va a reducir “dramáticamente”. Además, la situación española de incertidumbre y parón económico “va a suponer un tremendo problema de gestión, porque la venta de entradas es la primera fuente de ingresos del museo”.
El gasto social cerrará el grifo y volverán a gestionar la escasez. Sólo el Museo del Prado aplicó un plan de salvaguarda contra el Covid-19, un día antes del cierre: control de aforos ante los cuadros más populares y rebaja a 500 el número de entradas gratuitas, un recorte cercano a los 3.000 visitantes. Fue peor, porque el museo se vació, en una imagen inusual que podría repetirse en la reapertura. La merma de taquilla saldrá muy cara a los museos: el Prado recaudó 19,4 millones de euros, en 2018. Es el 75,5% del total de ingresos propios (25,6 millones de euros). Es decir, en tres meses de parón perdería más de 5 millones de euros sólo en taquilla.
Debacle económica
La presidenta y directora ejecutiva de la American Alliance of Museums, Laura L. Lott, ha puesto cifra a la debacle económica: los museos de EE.UU. pierden al día 33 millones de dólares (30,6 millones de euros). La semana pasada, el MoMA de Nueva York, uno de los museos más ricos del mundo, notificó a sus educadores un mensaje demoledor: “Pasarán meses, sino años, antes de que podamos volver a los niveles de presupuesto y operaciones para requerir los servicios de los educadores”. La dirección ha despedido a todos.
“Quizá la ‘normalidad anormal’ que llegue será una oportunidad para ahondar en la sostenibilidad de los museos, para la mejor preservación de los bienes y mejor calidad de la experiencia de los ciudadanos”, cuenta a este periódico Pilar Fatás, directora del Museo Nacional de Altamira.
“La sostenibilidad es un término contrario al consumismo cultural masificado de los últimos años”, añade Fatás. Cree que tardaremos en recuperar los hábitos, pero nada será como lo entendíamos antes de esta crisis. Los irremediables cambios sociales van a provocar “nuevos modelos de visitas”. “En el Museo de Altamira, por ejemplo, la necesidad de conservación de la cueva trasciende el hecho de visitarla”, añade. La directora de Altamira avanza que la nueva situación económica mermará “ostensiblemente” los presupuestos de las instituciones públicas. En el Ministerio de Cultura no han cuantificado las pérdidas a las que se enfrenta el sector y recuerdan que corresponderá a las autoridades sanitarias certificar la reapertura de la actividad y entonces será cuando estudien un plan de acción. (Fuente: La Prensa Austral.cl).