Analizar al día de la fecha como se ha movido el turismo en la Patagonia es sin dudas una historia con muchos capítulos, pensada como si fuera una serie de televisión y con varias temporadas en mente. Porque para abordarla tenemos que separar -algo que nos gusta-, actores y escenarios diferentes entre Argentina y Chile.
2020 fue un año para olvidar, pero que no podremos. Porque fue el año donde nuestra área de acción -el turismo-, debió modificar todo su andamiaje, su estructura, sus costumbres. Debió modificar su manera de pensarse a sí mismo.
Fueron meses -muchos estaremos casi convencidos que fueron imperdonablemente demasiados-, en los que una vez que se entendió que la pandemia había llegado para quedarse, se trabajaron protocolos para poner en práctica desde el "primer día" del esperado regreso.
Aquí podemos dividir aguas. Mientras en Chile la política de "fases y cuarentenas" nunca fueron homogéneas y cada región no pudo lidiar con su propia realidad y sí con la visión de la Región Metropolitana, el turismo nunca despegó. Las regiones patagónicas vivieron hasta hace no mucho tiempo, Fases diferentes dentro de su mismo territorio lo que no permitía el libre movimiento interno y mucho menos, trasladar al resto de Chile, una imagen de seguridad que -se suponía-, daban los protocolos aplicados al turismo. El verano para muchos, llegó y se fue.
En Argentina en cambio, la política consensuada y puesta en marcha a pocos meses de finalizar el 2020, con el "Pre Viaje" generando reservas, reintegros a los turistas que se la jugaban para viajar en el verano, abrió todas las puertas. Y los protocolos funcionaron. Se pusieron en práctica y fueron respetados tanto por cada destino como por cada turista en tránsito. El turismo puertas adentro, generó en Argentina que más de 18 millones de turistas se sigan moviendo hoy, con reservas ya tomadas para la Semana Santa que llega en pocos días, como también para el invierno 2021.
¿LA HISTORIA SE REPETIRÁ?
Ahora unimos la historia. Porque en ambos países, los números de casos positivos volvieron a crecer. Pero no por el turismo. En ambos países se puede contar con los dedos de una sola mano los casos que se produjeron por "turistas". Pero los casos crecen nuevamente. Y ambos gobiernos ya están tomando medidas y previendo que estas podrían ser más a medida que se acerque el invierno.
La vacunación es sin dudas una gran herramienta para no volver a cuarentenas eternas. Porque ya aprendimos los cuidados que debemos tener y porque la economía de nadie podría resistir otro período de estar encerrado entre cuatro paredes.
Si bien Europa volvió a cerrar puertas al turismo, Estados Unidos luego de la locura de un -gracias a Dios-, ex presidente irresponsable, intenta cubrir la gran herida que tiene y Brasil que sigue en manos de un psicópata que ahora no sabe cómo solucionar lo que su estupidez generó, la cuarentena eterna no es una respuesta, para nadie.
Estamos de nuevo ante un momento clave: ¿Hemos aprendido la lección?
Quisiera creer que sí. Que pese a la contracción que se vivirá cuando el frío llegue, el turismo se mantendrá activo. Que todos y cada uno de nosotros entenderá finalmente que no solo hay que vender "seguridad" en un destino sino que hay que aplicarlo en nuestras propias vidas. Porque el turista llega desde afuera, pero los casos positivos que se vayan sumando son nuestros, de los habitantes de cada ciudad anfitriona. En nosotros estuvo siempre y está, la clave para que nuestro trabajo recupere el tiempo perdido.
Hugo Hernández
Patagonia Azul