En el fin del mundo, la soberanía alimentaria "plantó bandera" hace muchos años, de la mano de fueguinos que año tras año trabajan la tierra con la fuerza y la constancia de quienes saben que lo que están haciendo, es más que producir alimentos.
Héctor "Tito" Gomez y Norma Hernández, su esposa son nacidos y criados riograndenses. De padres chilenos, Tito aprendió sobre el trabajo en la tierra desde temprana edad. "Mi abuelo tenía una finca en Chiloé y le fue enseñando a mi papá, así que yo acá con él fui aprendiendo. Estudiaba y trabajaba de chico en el campo. Y a mi señora y a mí nos gusta hacer cosas en la chacra o 'en la granja', como le dicen algunos", dice con picardía.
En 1988, el matrimonio comenzó a remover la tierra en una quinta en la margen sur de Río Grande en un espacio de no más de 10 x 20 mts. El suelo en la costa fueguina tiene particularidades que dificultan la siembra. "En Tierra del Fuego es bastante difícil cultivar", explica Gómez. "Estamos a un kilómetro de la costa y a dos de los cerros y la tierra que tenemos para utilizar es muy poca. Tenemos una capa de 10, 11 centímetros de tierra negra que compramos, el resto es arena y arcilla". Por supuesto que no solo se quedan con la tierra que compran, sino que también preparan su propio compost "con materia de oveja y de gallinas. Con eso vamos armando los invernaderos. Con el compost que ahora tenemos, podemos tirar unos cinco años".
En la chacra producen rabanitos, zanahorias, lechugas, acelgas, espinacas, coliflores, repollos, ajos, cilantro, perejil, etc. Claro que todo esto, solo en temporada de cultivo, que para estas tierras patagónicas es a partir de septiembre y hasta los primeros días de marzo.
"Nosotros lo que producimos, la mayoría lo vendemos en los mercados. Se vende mucho en grupos familiares que nos conocen y vienen directamente a la chacra o les llevamos a la tarde, cuando bajamos al centro y también en las ferias", relata Gomez.
La chacra de Tito y Norma también posee cerca de 200 gallinas entre ponedoras y para consumo. "Ahora estamos criando unos 50 pollitos más. Los huevos también los vendemos diariamente". Es tan preciado el producto, que cuentan con un cliente en Ushuaia que viaja una vez por semana para comprar los huevos frescos que después utiliza en su restaurante.
Si bien la vivienda familiar está ubicada en el centro de la ciudad, tienen una rutina diaria que respetan a rajatabla. "Yo salgo a media mañana de mi trabajo y al mediodía ya nos vamos a la chacra hasta las 6 de la tarde. Ahí tenemos una cabaña donde a veces nos quedamos a dormir". Esto se da, gracias a la compra de gas en cilindros que han implementado este año "con un bono que nos permite comprar de forma más económica" y que complementa la calefacción que hasta el momento solo obtenían de la leña. "Lo primero que hacemos es atar los perros que dejamos sueltos toda la noche. Entonces le abrimos a las gallinas, largamos los patos, empezamos a limpiar, y mientras, dejamos abierta la puerta del invernadero, porque hace calor y tiene que ventilar para que no se sofoque -detalla- y tipo 5 de la tarde, vamos a cosechar".
En el invierno, durante los meses en los que no hay producción, la chacra entra en un descanso. Es que las temperaturas en esta región pueden alcanzar los -23 °C, como las que vivieron durante el año pasado.
"Ahora a mediados de marzo sacamos todos los nylon. Pasamos un arado para dar vuelta la tierra y para que quede ahí hasta que pase el invierno y que quede listo para volver en septiembre" nos explica.
Para los animales compran balanceado "en el norte" para reforzar la ganancia de calorías. Este año, se animaron a sembrar avena para complementar ese alimento "Por primera vez tenemos para el consumo de las aves, para los gansos y la chanchita", cuenta el productor. La muerte de algunas aves en inviernos anteriores, hizo que se prendieran las alarmas y ya buscan alternativas para que los animales puedan resistir las bajas temperaturas.
La Asociación Civil de Chacras fueguinas que Tito Gómez preside, cuenta con 120 socios adherentes y unos 60 miembros activos. "Pero los que explotamos la tierra somos muy pocos", se lamenta. "Nosotros siempre incentivamos a la producción". Norma es quien administra la página de Facebook de la Asociación. "Juntos, visitamos las chacras, les pedimos fotos y comparten. Hay entusiasmo", dice. Con el programa nacional "Manos a la obra", hace años llegaron 20 invernaderos para productores de la zona. En distintas reuniones con representantes del Gobierno, lograron que, por ley, esa zona sea un polo productivo.
"Hace poco hicimos una mesa de trabajo con el gobierno, la municipalidad, el Senasa. Hay muchas chacras que están en estado de abandono y eso es lo que queremos mejorar. La producción se vende siempre, así que la mesa de trabajo es para que busquemos la forma de incentivar y acompañar para que lleguemos a ser un real polo productivo en la margen sur".
Hace años, el movimiento de la economía asociativa acuñó un lema: "La economía social no es posible: acontece". Con su trabajo de años, Tito y Norma son el ejemplo de que la producción local de alimentos en Tierra del Fuego no es una utopía.